Jordi Tarragona
Consejero de empresas familiares
Profesor auxiliar Empresa Familiar en ADE Universitat de Manresa UCC-Vic
La inmensa mayoría de las empresas españolas son microempresas de menos de 10 empleados (86% junio 22), ¿Cuántas de ellas son realmente autoempleos con ayudantes, simples negocios o realmente empresas?
Según la RAE un negocio es “ocupación, quehacer o trabajo”, y empresa “acción o tarea que entraña dificultad y cuya ejecución requiere decisión y esfuerzo; unidad de organización dedicada a actividades industriales, mercantiles o de prestación de servicios con fines lucrativos”. Familiar “perteneciente o relativo a la familia”, y familia “grupo de personas que viven juntas; conjunto de ascendientes, descendientes, colaterales y afines de linaje; conjunto de personas que comparte alguna condición, opinión o tendencia”.
Un autoempleo es una forma de ganarse la vida trabajando sin dependencia jerárquica, de forma aislada o con colaboradores. Puede ser muy rentable. El centro es uno mismo de forma tal que si desaparecemos también lo hace la actividad. Puede enseñarse el oficio a alguien que lo continúe. Un negocio consiste en obtener de un asunto todo el provecho posible. Puede ser con autoempleo, con un “pelotazo” o de mil formas imaginables. Una empresa significa una estructura material y humana que puede funcionar de forma independiente a su creador. Las fronteras entre autoempleo, negocio y empresa pueden ser difusas.
Una empresa familiar es aquella en la que una familia, trabaje en ella o no, tiene la capacidad de decidir la estrategia y la voluntad de continuar haciéndolo en la siguiente generación. Esta voluntad de continuidad de la familia propietaria es esencial. Para que la empresa sea familiar no es imprescindible que la familia trabaje en ella, ni que esté en la dirección; pude determinar la estrategia no estando ni en el gobierno (consejo de administración…) sino simplemente desde la propiedad. Hay familias empresarias en las que incluso se prohíbe que la familia trabaje en la empresa.
Muchas empresas empiezan como autoempleo y devienen en buen negocio, pero ¿cómo se transforman en empresa? Es un proceso tan radical como el del gusano que tras pasar por crisálida se transforma en mariposa. Requiere un cambio de visión y estrategia, y de forma de gestionar el negocio. Requiere pasar de hacer y hacer hacer a dejar hacer, dando pie a los colaboradores a que sean motor de la empresa.
Una empresa significa asumir riesgos, que conviene conocer para evitarlos al máximo. Se pueden aprender por experiencia propia o ajena, que suele salir más barato. Un empresario conoce la normativa legal que le afecta, siendo consciente de las consecuencias de los incumplimientos. Entiende y sabe gestionar las necesidades financieras de la empresa, sin confundir las cajas y recordando que “la caja es la reina”. Prevé los conflictos y su solución. Tiene una estrategia compartida, con objetivos y planes de acción. Entre ellos el de continuidad, ya que sabe cuándo es el momento de dar un paso al lado en el liderazgo de la misma, así como que pueden existir los imprevistos.
En una empresa familiar a los retos ya difíciles retos de la empresa en un mundo que más que cambiante parece disruptivo hay que añadir los de la familia. Y no es que se sumen o multipliquen, sino que se elevan a la potencia. La familia es una realidad cambiante que evoluciona por el transcurso del tiempo. No somos los mismos a los 15 que a los 35 o 65 años de edad, ni es lo mismo ser padre de un niño de 5 que de 45. Y una realidad que se modifica con la incorporación y desaparición de integrantes, prevista o imprevista. Los sentimientos son inseparables de las relaciones humanas, pueden formar parte de la realidad no visible; y en la familia son más intensos; la empresa familiar los amplifica, para mejor si son buenos y para peor si son malos.
Empresa familiar es un oxímoron (palabras de significado opuesto), ya que la empresa busca la generación de riqueza y debe regirse por la meritocracia, mientras que la familia persigue la felicidad de sus miembros y su guía es el amor. ¿Cómo hacemos que estas dos realidades sumen en lugar de anularse?
Según el IEF (Instituto de Empresa familiar) el 90% de las empresas españolas son familiares, generan casi el 70% de los puestos de trabajo privados, y cerca del 60% del PIB (producto interior bruto) de España. Son la base del estado de bienestar y su protección es una cuestión de vital importancia para el progreso social. Por eso, como consecuencia de la recomendación de la Comisión de la Comunidad Europea 94/1069, en la que instaba a los estados miembros a adoptar las medidas fiscales adecuadas para facilitar la sucesión de la empresa familiar, las empresas familiares que cumplen una serie de requisitos gozan de importantes beneficios fiscales en el impuesto de patrimonio y en el de sucesiones y donaciones. La perspectiva es que estos requisitos probablemente se van a endurecer.
No es lo mismo una empresa familiar que una familia empresaria. Si la empresa familiar se vende o cierra cada uno de la familia va por su lado. En la familia empresaria la filosofía es hacer negocios juntos, en el actual y en cualquiera futuro. Si alguien tiene una idea nueva de negocio está definido como participara la familia en el mismo. Si la familia empresaria vende o cierra la empresa continuaran juntos en otros proyectos. Empresa familiar y familia empresaria, no son ni mejor ni peor, son diferentes. Es importante tener claro que somos y que queremos ser.
Sobre las empresas familiares hay la maldición de que la tercera generación la cierra: “padre trabajador, hijo vividor, nieto mendigo” es uno de los habituales refranes sobre las empresas familiares. Sobre este tema trataremos en profundidad en el futuro. También abordaremos, entre otros, las siguientes cuestiones:
Y ¿qué es antes el negocio, la empresa o la familia? ¿ganar dinero, mantener el proyecto empresarial o la felicidad y unidad familiar? Estas son unas preguntas trampas como las de peguntar ¿a quién quieres más, a tu padre o a tu madre? Cada familia debe responder de forma reflexiva cuál es su respuesta a estas y otras cuestiones. Un externo puede ayudar, pero como la comadrona en el parto; es la familia la que debe tomar las decisiones.
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